Para escribir este post me he tenido que chocar unas cuantas veces con unas cuantas paredes de ladrillos y haberme comido unas cuantas situaciones desagradables en el pasado por no haber comunicado mi verdad de la manera más asertiva posible. Porque no todos hemos nacido siendo diplomáticos. Quiero pensar que es algo aprendido culturalmente o por educación en casa, o como consecuencia del miedo a lo que otro nos pueda decir.